Si de algo disfruto durante los meses estivales, es tener la posibilidad de pasar una semana en la casa que mi familia posee en la provincia de Palencia, donde hace ya una treintena de años veranea en un pequeño pueblo de nombre Villalcón.

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Acerca de su gastronomía:
Palencia,” Tierra de Campos” como la denominan, se caracteriza gastronómicamente por su sopa castellana o de ajo elaborada con pan de hogaza, también por sus embutidos haciendo hincapié en sus morcillas y sus quesos de oveja. Durante los meses de verano la huerta ofrece gran variedad de verduras, sobre todo las que crecen a lo largo de la vega del río Carrión. Codornices, perdices y pichones suelen ser platos muy comunes y apreciados preparados especialmente guisados o escabechados, muy apreciado también es el cangrejo de río de Herrera de Pisuerga donde el último domingo de Julio existe un festival en su honor; no debo olvidarme de citar las carnes de la zona y el lechazo asado, típicos en toda Castilla y León. Entre sus postres encontramos rosquillas, magdalenas, hojaldres o las tortas típicas de Osorno, las mantecadas de Carrión, los almendrados de Villalcazar de Sirga o las horejuelas que se elaboran en toda la provincia en tiempo de carnaval.
Crónica del restaurante:
El referente gastronómico se encuentra en un pueblo llamado Villoldo, famoso por sus amarguillos y tocinillos, situado a unos 13 kilómetros de Carrión de los Condes, atiende al nombre de “Estrella del Bajo Carrión” que a su vez es hotel. El pasado miércoles 18 de Agosto me desplace hasta allí, tenía una visita pendiente en mi agenda debido a que los últimos dos años había intentado ir y por diferentes motivos no fue posible. No existe indicación de ningún tipo por lo que resulta un tanto complicado encontrar el lugar, cuando lo hice fue por deducción. La entrada al restaurante deja a su izquierda una bonita terraza donde se encontraban un par de mesas comiendo, dentro un pequeño hall precede a una sala de estar muy amplia y acogedora, espacio éste destinado para servir los desayunos de los clientes del hotel, dicha sala da paso al restaurante bien diferenciado el cual consta de unas doce mesas de las que la mitad estaban ocupadas. Practican una cocina tradicional renovada, basada en los productos de temporada cuya base es la materia prima. Cuando hice la reserva, pregunte si era posible componer un menú por el hecho de probar varios platos, la persona que me atendió, una mujer encantadora de una mediana edad me recomendó y me asesoró perfectamente ofreciéndome medias raciones de diferentes platos dentro y fuera de la carta, perfecto.
 

El menú:
De aperitivo “croqueta de parmesano y crema de tomate y mango”. A continuación tomé todo en medias raciones, comencé con lo que denominan“ensalada de tomates ecológicos” (6´00 €) recomendada especialmente, estaban carnosos, jugosos y sabrosos con una pizca de acidez muy agradable, el plato estaba regado con un a.o.v.e elaborado con arbequina y cornicabra llamado “Oro de San Carlos” procedente de Cáceres, muy bueno.

 

De bodega tomé “César Príncipe 2007”(25´00 €) un tinto con madera de la D.O Cigales, 100% tempranillo , su crianza, 15 meses en barricas de roble americano y francés nuevas, elaborado por César Muñoz, enólogo entre otros de Leda, Bienvenida de Vinos o Las Nieblas, la carta de vinos no demasiado extensa se ceñía especialmente en las denominaciones castellano-leonesas, Rueda, Bierzo, Ribera del Duero (la que más), Cigales y Toro así como vinos de la tierra de castilla, también reseñaba alguna referencia foránea. El menú continuaba con “Boletus, yema de huevo, cebolla confitada y foie”(10´00 €),a modo de revuelto, esa gran seta que es el Boletus Edulis conjugaba a la perfección con la grasa de foie y el dulzor aportado por la cebolla caramelizada, la yema de huevo contribuía a darle untuosidad y melosidad en boca, un plato muy correcto de sabores reconocidos. Seguí con las “Pochas navarras estofadas”(9´00 €), suelen trabajar las alubias blancas de la zona en temporada, pero al no estar en ella el sustituto son las pochas navarras, las cuales salieron presentadas en una pequeña olla de Le Cruset muy original, parecían de mantequilla, estaban francamente buenas, aunque no muy enteras, a lo cual no le di importancia. Finalicé el primer apartado con el “Pichón estofado” (pido disculpas, sencillamente se me olvidó hacer la foto antes de meter el tenedor…), un plato típico de la zona, bien elaborado, diferente a los pichones que estoy acostumbrado a tomar, la carne tenía una textura fina y suave, me gustó, aunque una pizca más de sabrosura le hubiera venido de perlas.

El vino del que no he hablado, se mostraba en copa rojo cereza intenso muy vivaz, de capa media-alta y lágrima alcohólica formando piernas, intensidad aromática alta, frutos negros y rojos con predominio de los primeros, notas de torrefactos sobre un fondo de fruta en licor y especiado, en boca cálido, potente y estructurado con buena acidez, tanino pulido, persistente y largo, retronasal terroso y frutal. Para el apartado del postre me comentaron que probaría dos, por una parte “Helado de queso, sobre sopa de frutos rojos” el helado de “pacojet” al que yo llamaría crema de queso fresco debido a su textura y sabor estaba francamente sabroso, acompañado de la frescura y dulzor de los frutos rojos; finalizaba el festín con “tiramisú”, nada que decir, fantástico, hubiera seguido comiendo postres en medias raciones, para finalizar un café (2´50 €) acompañado de una espuma de caramelo de toffee.

Argumento que cuentan con una terraza muy acorde dotada de hamacas y sofás muy prácticos para tomarse un gin-tonic y leer la prensa local; por supuesto lo hice, concretamente de una de estas ginebras Premium tan de moda en estos tiempos que corren a la cual fui invitado por la casa, buen detalle. La factura 75´10 €, desde el punto de vista del producto, teniendo en cuenta el numero de platos y dejando al lado el vino que ya fueron 25´00 € debo admitir que me pareció un poco caro.

Por Jordan Cortes

Hemos Comido…en este restaurante situado en plena meseta, qué sabe hacer cocina casera de corte regional.

Platos sencillos a los que se aplican nuevas técnicas de cocción, ofreciendo sabores delicados y sutiles. El restaurante de las hermanas Pedrosa, Pilar, Paula y Mercedes, que cuentan en los fogones con la inestimable ayuda de Alfonso, se acude a comer bien, satisfactoriamente y además barato. En definitiva, el cliente tiene muy claro lo que va a encontrar y recibir y siempre merece la pena.

De primero tomamos las finas y cremosas croquetas de cabrales, hechas con técnica y sensibilidad, los pimientos rojos asados, con aceite de oliva virgen y espolvoreados con sal marina. De segundo yo tome alubias de la Vega de Saldaña, puede que fueran de Lobera esto es por un antiguo amigo,  cocidas con agua, aceite, pimentón y laurel, el cual no se nota pues es uno de mis enemigos aferrimos.Y mi acompañante la menestra de verduras, hechas al dente y salteadas. Todo de primera a tener en cuenta, está el revuelto,  la sopa cremosa de yemas de huevo de campo con hongos, cebolla confitada y foie gras. Y el mantecoso cochinillo, cocido a baja temperatura. Otro plato magnifico es la paletilla de lechazo entreasada y guisada que ofrece otra manera de degustar el cordero castellano conservando la identidad de este tipico plato de la meseta.
El gazpacho con marisco, el ajoblanco con helado de melón, las pochas con hongos, la lubina con navajas a los aromas de aceite, ajo y perejil y la tórtola fresca asada con setas y brevas perfumadas con vinos y brandy son otros de los magnificos platos que puedes elegir. Para terminar natillas de huevo espumosas con helado de galleta María y caramelo de canela, o  la refinada versión del arroz con leche, granos crocantes en copa de dry martini con espuma de crema de leche y helado de canela. El servcio es impecable y el tratode las hermanas Pedrosa inmejorable, es un sitio por el que no se puede dejar de pasar. 

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