Hemos Comido…en Luey en el mesón de Luey también conocido como La Jontoya, y antes de comer un paseo por la Ferrería de Cades.
Antes de la comida me acerqué a la Ferrería de Cades. Se trata de un ingenio hidraúlico de gran tamaño que data de 1752 utilizado para transformar el mineral de hierro en metal producción de hierro. Antaño se aprovechaba la fuerza del agua para mover el gran mazo que golpea al hierro para darle forma. La Ferrería se encuentra formando un conjunto arquitectónico tradicional que incluye dos molinos y una panera.
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Recientemente rehabilitada, se encuentra abierto al público (al menos en teoría) y ofrece visitas tanto guiadas con demostración del funcionamiento del ingenio como libres, excepto el pasado puente del primero de noviembre que no había nadie por los alrededores, completamente vacio y cerrado. Así todo y con el horrible día que hacía, en el rato que estuve sacando unas fotos me preguntaron cinco coches, que supongo debían de venir a verlo. Promoción turística, que se dice.
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Las ferrerías eran construcciones dedicadas a la obtención del hierro. Se partía de masas de mineral de hierro desmenuzado y carbón vegetal, apiladas en capas alternas. A través de un horno provisto de fuelles que funcionaba día y noche se alcanzaban temperaturas en torno a los 1200 º y 1300 º, el resultado eran unas pastosas formas de hierro incandescente que eran machacadas en el yunque. El objetivo era mejorar la calidad del hierro de extracción, eliminando la escoria.
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Las ferrerías, como las fábricas de cañones, que de eso aquí también tenemos, necesitaban la proximidad de mineral de hierro y de combustible, así como de agua para su funcionamiento. De todo eso teníamos en Cantabria. El edificio de Cades es parte de un conjunto del siglo XVIII, formado por la propia ferrería, una casona blasonada, una panera y dos molinos harineros.
Tras el infructuoso y pasado por agua paseo, me dirigí a comer a Luey situado a pocos kilómetros de Cades, el mesón se encuentra situado en el centro de la población, en un alto. Tiene un amplio aparcamiento donde dejar el coche a la puerta del mesón, donde también puedes disfrutar de alojamiento.
Las jornadas habían llegado a mi oído a través de Facebook y la verdad es que pintaban bien, reserve el día anterior y ni corto ni perezoso me acerqué a Luey aprovechando un día del puente.
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En el mesón te encuentras con dos espacios diferentes, una barra a la entrada y un espacioso comedor, al que llegué a primera hora, todavía no habían terminado de montarlo y que poco después se llenó, en su mayor parte de reservas y mesas grandes.
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El menú consta de tres platos, tres entrantes, tres primeros y tres segundos donde elegir uno de cada, con el hilo conductor de las setas como centro de las jornadas. Enseguida me tomaron nota y muy rápidamente me sirvieron la primera ración, un timbal de edulis con huevito de codorniz.
El timbal estaba formado por boletus edulis y trompetas de los muertos, acompañadas de un pochado de cebolla y pimiento verde, el más poderoso de los sabores se dejaba notar, el boletus. Esta seta es una de las más apreciadas por su sabor y textura. El nombre latino de la seta indica esta característica: en latín edulis significa comestible. La trompeta de los muertos, es una seta negra con forma de trompeta. Su nombre alude a su época de aparición, que suele coincidir con la festividad de todos los santos.
El timbal estaba buenísimo, toque justo de sartén y un buen acompañamiento imperando en sabor y cantidad las setas, que era a lo que había venido, recomendable. Por cierto, el huevo y el crujiente de jamón que acompañaban la ración también muy buenos.
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Comí con un vino tinto, que entraba en el precio del menú, siempre que como setas me apetece vino tinto, en esta ocasión también, pedí una copa pero me pusieron la botella encima de la mesa. Comí con un Marqués de Aldea Nueva, Viñedos de Aldeanueva es la cooperativa vinícola más grande de La Rioja, y también una de las bodegas con mayor capacidad de elaboración de la comunidad autónoma. Un rioja del 2012 elaborado con tempranillo y garnacha, acompaño bien la velada.
Garbanzos con bacalao y cardo. Unos garbanzos con un ligero sabor a callos, acompañados de la textura de un bacalao muy justo de punto y unas setas con una excelente textura y sabor. Fue el descubrimiento de la velada, resultó completamente de mi agrado, una auténtica delicia.
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Y para terminar el apartado de salado un solomillo con salsa de setas y trompetas. También bueno, llamando la atención el buen punto y la salsa de castañas que le acompañaban. Para terminar la comida, ya dentro del apartado dulce y estando en las fechas que estamos, tarta de calabaza, diferente, poco dulce pero bien buena.
La atención de sala fue perfecta, entre plato y plato te preguntan cómo ha discurrido la ración, muy amables en todos los aspectos y atentos, el precio muy ajustado para unas jornadas de setas y las raciones bien calculadas, un lugar recomendable.
