Hemos Comido..en El Grand Cru, un local recién inaugurado situado en el centro de nuestra ciudad, en la calle San José y que cumple a rajatabla con el concepto de gastrobar.
Se trata de una tendencia que está en plena expansión, sobre todo en ciudades. La cocina de autor se ha adaptado y con ello, el gastrobar acerca la alta cocina a un público más amplio a precios asequibles.
El precursor de los gastrobares fue Albert Adrià, hermano de Ferrán, quien a mediados del año 2006 abrió Inopia en Barcelona. Adrià supo ver en un tradicional bar de barrio con azulejos, pizarras y grifos de cervezas, un nuevo concepto en el que también cabían las croquetas de jamón, las patatas bravas, los callos o la ensaladilla rusa pero con el valor añadido de la firma Adrià.
Muy pronto Paco Roncero siguió el ejemplo de Albert Adrià e inauguró Estado Puro en Madrid, un bar sofisticado en el que se puede degustar una amplia oferta gastronómica.
En Santander, El gastrobar Asubio, regentado por Nacho Basurto es quizá unos de los ejemplos más representativos de esta tendencia. Pero hay más, El Grand Cru se suma en la calle San José a la tendencia de gastrobares, y muy cerca, Oh, la, la!, en la calle Rualasal, es otro buen ejemplo. Como precusor de esta tendencia tenemos al Restaurante LaSal en Castelar y por último un lugar que a mi entender refleja este tipo de local perfectamente La Vinoteca en la calle Floranes.
Y ¿que es eso de «El Grand Cru»?. La necesidad de una clasificación de los mejores vinos de Burdeos surgió con motivo de la Exposición Universal de París del año 1855. El resultado fue la Clasificación Oficial del Vino de Burdeos de 1855, una lista de los mejores vinos, denominados los Grand Crus Classés. Con varios miles de diferentes châteaux produciendo sus propios vinos en Burdeos, ser clasificado significaba llevar una marca de gran prestigio.
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Rafael Prieto, Toni González, Rodrigo Vallejo, Andrés Ruiz y Francisco Vía ponen en marcha de El Grand Cru con la experiencia acumulada durante los últimos años en establecimientos como El Serbal y El Nuevo Molino, donde han conseguido los máximos reconocimientos.
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Rodrigo Vallejo y Andrés Ruiz, con la supervisión de Toni González, han diseñado una oferta tan plural que abarca desde primera hora para atender desayunos y picoteos de media mañana, hasta ultima hora de tarde, y en la que podemos encontrar, bollería casera, brownie, pastel de nueces, croissant, yogures, diferentes tipos de tortillas, tostas de hogaza con jamón, mini ensaladas de salmón, pan con aceite, el propio menu degustacion y diferentes raciones o tapas de la carta.
Otro punto fuerte son los vinos. Rafael Prieto ha seleccionado un centenar de referencias con vinos franceses, chilenos, argentinos, alemanes y de numerosas D.O. españolas. Y como alternativa, la cerveza Warsteiner, una de las mejores premium alemanas directa del cañero.
El espacio destinado a mesa cocina, con capacidad para ocho personas, está concebido para ofrecer un menu degustación en un ambiente reservado a un precio de 38 euros, por comensal. Son los propios cocineros quienes atienden directamente a esta mesa y quienes sirven cada plato y explican cada detalle de los platos.
Nosotros tomamos en la barra una tapa de lascas de bacalao al pil pil con vinagreta, muy bueno de sabor pero demasiado hecho para mi gusto. Pudimos observar un desfile de tapas y raciones de muy buena presencia. De vinos existe una gran variedad donde elegir, en las botellas a la vista tienes los precios de la copa correspondiente a la botella, lo que hace que no haya dudas sobre el precio del ¿que tomar?.
Me gustó mucho la decoracion y la calidez del ambiente. Estoy deseando volver a comer un día de estos pues todo apunta a que sera un acierto.