Nada más llegar te das cuenta de la fuerte inversión en infraestructuras, 

Desde el suelo del parking hasta la presencia de unos cuantos jardineros arreglando el entorno de la carpa. Un gran cambio en las infraestucturas de Casona del Judio. Se nota un gran cambio sobre todo en diseño y prestaciones del local. Para variar llegué antes de tiempo por lo que me dio tiempo a tomar una cervecita a la entrada del restaurante, tienen un recibidor y una barra preparado a tal efecto. La cervecita helada, hacía treinta y un grados en la calle, acompañada de unas aceitunas aliñadas.

Casona del Judío, ahora de color marrón, fruto de la aportación del diseñador Rafael Zabala, ha experimentado cambios de estilo. El jardín ha dejado espacio a un generoso aparcamiento que realmente hace más confortable la visita. El acceso al restaurante se marca con grandes macetas y la zona de cafetería se ha convertido en comedor de diario.  Se mantienen la carpa para banquetes (bodas, bautizos, comuniones, despedidas…) y los privados del edificio principal, ideales para grupos pequeños y medianos.2011_cas_jud_01_001

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Tras un rato de espera llegaron los otros dos comensales. Nos presentaron la carta y en esta ya se nota una notable diferencia con la gerencia anterior. Parte de esta última presente en una pizarra bajo la que comimos y que se puede ver en una de las fotos, donde nos presenta los menús diarios y lo último del mercado.

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Comenzamos con dos aperitivos bienvenida, el primero unos buñuelos de bacalao acompañados de las pieles a modo de cortezas, muy buenas tanto unos como las otras. Y una crema-muse muy suavecita y rica de sabor.
De primero uno de los comensales tomó la ensalada especial, de muy buena pinta y con ingredientes de una presencia excelente, según él muy buena.
Los otros dos comensales compartimos tres raciones. 

Anchoas elaboradas en Cantabria con tomate y pan de cristal, lo cierto es que muy pocas anchoas he probado yo similares a estas, ya solo la presencia lo dice todo, un filete de bocarte limpio, claro, que suda una gota de aceite en su extremo, y del sabor que decir suavísimo de salazón, potente de sabor al pescado, carente del más mínimo rastro de espina, una delicia, el pan bañado en su parte superior de tomate, la parte más noble de este carente de pepitas y piel y una rebanada de pan en la que priman los agujeros, siendo similar a un «pan de gruyere», hacía bastante tiempo que no me sorprendía tan gratamente un plato.

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Seguimos con unos pimientos asados confitados con aceite de oliva virgen extra, una ración generosa y unos deliciosos pimientos, abundantes en carne y con un pequeño grado de dulzor fruto del confitado, acompañados de cebollino, muy bueno, muy recomendables.

Y por último y dentro de los productos de temporada alcachofas fritas a la «judía» con su propia crema, una generosa ración de alcachofas fritas, sobre una base de crema de las mismas. El punto de la alcachofa increíblemente bueno, se deshacían en la boca y en el fondo del plato crema de alcachofa de un sabor insuperable, llevaba tiempo buscando un plato similar, en mi último viaje a la Rioja busque en todos los lugares en los que estuve y no había manera de encontrar alcachofas que no fuera cocidas y luego preparadas, para mí el mejor plato de la comida, quizás por lo buscado del mismo.

De segundos uno de los comensales tomó merluza frita, un buen taco de merluza a la plancha acompañada de vegetales con un aspecto de punto muy bueno, según el comensal suele ser habitual a este plato en este lugar.
De segundo nos recomendaron el lechazo y haciendo caso los otros dos tomamos de este guiso meloso con un trozo de carne deshuesada y dos rollitos, acompañados de patatas panadera, yo últimamente suelo oponerme a tomar de último lechazo, pues para mí es un plato que suele dejar su impronta a lo largo de toda la tarde, y es algo que me desagrada sobre manera, con este último no me pasó, el guiso resulta como dije al principio algo meloso y no es graso en exceso, muy recomendable y otra manera de ver el lechazo.

Comimos con un Summa Varietalis 2004, un vino de denominación Montes de Toledo. Carlos Falcó, Marqués de Griñón uno de los personajes más importantes del vino español pasa el testigo a su hija Sandra para la elaboración de este tinto que incorpora las tres variedades que se cultivan en el Dominio de Valdepusa: Syrah, Cabernet Sauvignon y Petit Verdot. Un vino moderno y con carácter, potente de color picota, borde amarronado, capa alta. Buena intensidad aromática, se presenta complejo con una fruta muy madura recordando a frutillos del bosque, bayas, notamos lácticos, balsámicos en menor grado, tostados en su evolución final. Potente y carnoso, sabroso, buen cuerpo, muy buen equilibrio, ligera amargosidad, con nervio final frutal. 

Resumiendo, se nota el cambio a mejor en todos los aspectos, un lugar para cualquier tipo de celebración, pues a la vista de los comedores, privados y carpa se puede hacer desde una comida solo hasta una boda. En la cocina se nota la magistral mano de Miguel Angel Olmedo, con el que tuvimos ocasión de hablar al terminar la comida.
El lugar invita a volver.

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