Hemos Comido…en la Taberna Machichaco, El Machi, es un restaurante con décadas de historia en Santander.

El restaurante toma su nombre del vapor Cabo Machichaco, constituyendo la explosión de este último una de las mayores tragedias, junto con el incendio de 1941 que tuvo que soportar la capital cántabra, y la mayor, de carácter cívico, acaecida en España en el siglo XIX. El 3 de noviembre de 1893, se produjo en el puerto de Santander la explosión del vapor Cabo Machichaco.

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Entre otras mercancías, el Machichaco transportaba algo más de 51 toneladas de dinamita procedente de Galdácano y varios garrafones de ácido sulfúrico en cubierta. Hacia la una y media de la tarde de ese fatídico día, 3 de noviembre, las autoridades locales fueron informadas de que se había declarado un incendio a bordo del Machichaco que se intentaba apagar con los pocos medios disponibles del barco, los de los bomberos, que también eran escasos y los del gánguil de la Junta del Puerto.

El fuego del barco atrajo a multitud de curiosos que, ajenos al contenido mortal de las bodegas, contemplaban despreocupadamente el fuego. Una hora después estallaron las bodegas. Muchos edificios cercanos de la calle Méndez Núñez, se derrumbaron. La onda expansiva se propagó por toda la bahía y cientos de fragmentos de hierro y otros objetos salieron disparados a varios kilómetros de distancia. La explosión produjo además una inmensa ola de agua de millares de toneladas, que arrastró a muchas personas al mar. Todos los que estaban a bordo dejaron su vida en la explosión.

El trágico resultado fue de 590 muertos y 525 heridos. Santander tenía en aquel tiempo 50.000 habitantes censados. En esta tragedia fallecieron la mayor parte de las autoridades civiles y militares de la provincia, incluido el gobernador civil, además de bomberos, trabajadores y curiosos que se habían acercado a observar como ardía el barco.

La magnitud de la explosión fue tal, que un calabrote llegó hasta la localidad de Peñacastillo, a unos ocho kilómetros de distancia, y mató a una persona. Un guardia halló dos piernas sobre el tejado de un almacén de madera a una distancia de dos kilómetros. En la playa de San Martín, a kilómetros de recorrido, apareció el bastón del gobernador civil, Somoza, que junto con otras autoridades se hallaba a bordo en el momento de la explosión. El ancla del vapor, fue a parar al patio del colegio La Salle, a pocos metros del Alta, donde muchos años más tarde aún se podía ver como fúnebre monumento a una desgracia insospechada.

José María de Pereda, narrador y notario del acaecer del Santander de su tiempo, nos cuenta, de forma novelada, esta tragedia naval en su ya citada obra “Pachín González”.

Esta taberna lleva funcionando desde hace muchísimos años en la capital cántabra, recientemente ha cambiado de dueños para dar un giro hacia otro tipo de cocina diferente al que nos tenía acostumbrados. En su carta hay raciones marineras, tapas típicas como las cazuelas de mejillones o las rabas de calamar, guisos y arroces. Podrás también seleccionar el pescado fresco de la lonja de Santander.

Marzo 2011. Un día entre semana y con prisas pues tenía cita en el dentista, aparque en el parking del Machichaco y a la salida del mismo lo más cercano «El Machi», pues vamos a probar que tal.

Las instalaciones han cambiado, a mejor con el cambio de dirección, subí al restaurante y por suerte había sitio, enseguida me colocan y me pasan la carta, por cierto bien larga. También me cantan lo que había fuera de carta algún pescado del día, cachón y machote.

Antes de tomar nota te colocan un aperitivo consistente en tomate triturado, por cierto muy bien aderezado de aceite vinagre y sal juntamente con el pan, para que esperes más tranquilo, también te preguntan si deseas tomar algo para sobrellevar de mejor manera la espera, yo tome un rioja Izadi y ya seguí toda la comida con él.

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Me decidí por unos mejillones en salsa marinera, te lo sirven en una cazuelita de color azul de bastante estilo marinero, la salsa estaba buena, un poco acuosa pero de buen sabor y justita de picante, ahora los mejillones resultaron infames de tamaño, no estaban en su mejor momento, canijos. Cuando digo canijos me refiero al tamaño de la carne no al tamaño de la concha, vamos que no era su época. Lo puse en conocimiento del camarero y me dijo que ya se habían quejado más clientes, pero que el proveedor de mejillones le daba la excusa de que no «estaban en no sé qué» palabras textuales. Bueno habrá que esperar a que si «estén en no sé qué», porque aun faltándole un pelín de ligazón a la salsa esta estaba buena.

Otra cosa que no me gustó nada en lo referente a los mejillones es que en la carta marcaban 9,50€, como se puede observar en la foto de la misma, bueno en el tamaño original se ve perfectamente y luego en la nota me cobraron 10,26€, que no me cuadra ni «iva» ni «venia», pero bueno no dije nada pues tenía prisa y supongo que es un fallo sin más.

De segundo tome albóndigas de chicharro, muy buenas, de textura y sabor,  muy sabrosas, servidas en una cazuela similar a la de los mejillones, la salsa una especie de salsa verde con el mismo «pero» que la de los mejillones, falta de ligazón, demasiado clara, poco ligada, de sabor buena. Acompañando la ración de un cuenco de patatas fritas, normalitas.

El servicio impecable e intentando agradar en todo momento muy ágil. El precio se me hizo un poco caro las dos raciones dos vinos y un café 30,76€. En resumen a la cocina la falta un poco de amor y algún que otro hervor. El precio está algo disparado para lo ofertado. Creo que habrá que darles otra oportunidad.

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Calderón de la Barca 9 39002 Santander 942218722

Por El Mule

 

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