Hemos comido…en Cortázar, antigua tienda de ultramarinos con más de un siglo de historia, se localiza en Muriedas, a pie de la carretera nacional dirección a Burgos, justo a la altura del cruce o desvío a Maliaño.

Las instalaciones están correctamente acondicionadas y divididas en tres espacios. Por un lado se encuentra el bar, en el que poder tomar algún vino ó degustar alguna de sus excelentes cervezas de importación en compañía de alguna tapa o ración. Los otros dos espacios son dos pequeños comedores dispuestos para atender la carta.

Comida tradicional con presentaciones acordes a su estilo, intentando cuidar algunos detalles. Les gusta recurrir a los contrastes de sabores jugando con los agridulces con frecuencia. Los embutidos, las ensaladas y los platos de picoteo variado son las opciones más demandadas.

Entre los primeros platos hay cosas curiosas como los muslitos de codorniz en tempura y las verduras de temporada también tempura. Dentro del mundo de los fritos las croquetas son otra opción interesante tanto las de bacalao y gambas como las de cebolla y bacon.

La tabla de quesos de la región es otra buena manera de disfrutar de los sabores de la ‘tierruca’, prueben a disfrutar de este maravilloso producto a lo largo de toda la comida junto con el pan, no les defraudará.

Las carnes y los pescados también están justamente representados en esta casa. Dentro de las carnes el solomillo con foie es una de sus mejores especialidades. En pescados, sin duda, el bacalao es el rey. No dejen de probar el bacalao a la montañesa, una delicia. Los postres son todos caseros y de buena calidad.

El pasado día 30 de noviembre de 2006, el restaurante ‘Casa Cortázar’, de Murieras, celebró su centenario reuniendo en una cena a clientes y amigos con lo que quisieron agradecer la confianza en ellos depositada.

A la misma acudieron, entre otros, M.ª Jesús Calva, alcaldesa de Camargo, el teniente coronel Antonio Berruezo, jefe de los servicios veterinarios del depósito de sementales de Santander, Ignacio Valle, portavoz del Partido Popular en el ayuntamiento de Camargo, Andrés Torre ‘Andy’, artista cántabro sobradamente conocido por sus personajes como ‘Laro el cántabro’, y axial hasta un total de 50 amigos que disfrutaron de la, hasta hace poco tiempo, joven promesa de la restauración y directora del establecimiento Reyes Gómez, quien se ha ganado por méritos propios un lugar de honor entre los restauradores de nuestra región.

El menú estuvo compuesto de los siguientes platos:

  • – Ensalada Cortázar.
  • – Poppiettes de ternera y hongos al aroma de melocotón.
  • – Vol au vent de marisco.
  • – Sorbete de limón de Gandia.
  • – Pastel de ciervo y foie con frutos rojos, rizo de patata y tosta de avellana.
  • – Capricho de tres chocolates con helado de frambuesa y Modena.

Todo ello acompañado de dos ricos vinos de rioja como son ‘Solar de Bécquer’ crianza del 2000 e ‘Ysios’ reserva del 2001. Es digno de mención la calidad de los productos así como el alto grado de elaboración y presentación de los platos.

Es en este punto donde mejor se aprecia la madurez de Reyes Gómez al frente de los fogones. Todo el acto se vio impregnado de un gran ambiente y placer gastronómico, acorde con la filosofía de la casa.

Tiene una bonita terraza a la entrada, bien resguardada. Dentro del establecimiento, a la izquierda, tienen la barra, a la derecha, unas pequeñas mesas de bar, y hacia al fondo a la izquierda, tres comedores diferentes, con varias mesas de distintos tamaños y vestidas de diversas formas.

Es una antigua casa restaurada con mucho gusto. En la carta tienen una pequeña historia del local que merece la pena ser leída. Es la carta típica de picoteo de nuestra región, clásica, con algún apunte de la cocina para dar ese pequeño toque de autor en algunos platos. Una carta con buen diseño pero con el detalle de la publicidad de una bodega de vinos. Sigo opinando que no es tan caro que un local se haga sus propias cartas, deben pensar que es la imagen de su empresa, un signo de identidad, no se debería supeditar a otra marca.

Y hablando de vinos, este es un apartado que en este local deja muchísimo que desear. Es una pena que sea tan excesivamente corta.

A la hora de hacer la reserva y de nuestra llegada al local, tuvieron mucha amabilidad. Nuestra mesa estaba vestida con mantel individual de papel, al igual que la servilleta, y esta vez sí teníamos plato para el pan, donde poder colocar la barra de pan campesino que nos trajeron dentro de un cesto de mimbre.

Somos dos y pedimos todo para picar, empezando por milhojas de berenjena y foie. Nos defraudó, pues el paté tenía excesivo componente de cerdo. Llevaba también bechamel y queso rallado, llevándose el queso casi todo el sabor. El plato cambiaría mucho con buen foie y sin tanto queso, pero claro está, es sólo nuestra opinión.

Seguimos con Timbal de ave (pechuga de pollo escabechada, selección de hortalizas y cebollitas glaseadas con reducción de Módena y aceite de sésamo). Una buena ensalada que llevaba también canónigos, escarola y cebolla roja. La pechuga de pollo estaba muy bien escabechada y acompañada con semillas de sésamo. Estaba apetitosa, pero no entiendo por que no sirvieron lo caliente antes que lo frío, es un mal detalle aunque fácil de subsanar.

Terminamos con bacalao de nuestra casa con tomate y pimientos confitados. Un más que generoso lomo con una salsa excepcional. Muy rica. Nos quedamos con ganas de pedir más, de lo rico que estaba, con un gran punto de desalado. Lo que sí pedimos fue más pan para no dejar nada de la salsa.

Después de mucho intentarlo, hoy sí que dejamos hueco para el postre y pedimos pastel de trufa y naranja y helado de frambuesa y vinagre de Módena. Ambos dejaron mucho que desear, aunque con una buena presentación. Al primero le faltaba naranja y la trufa era bastante normalita. El helado con casi nada de vinagre y muy muy corto de sabor. Una pena terminar así.

Para beber pedimos un joven de Rioja, Entari de bodegas Ramirez de la Piscina. Con un color cereza granate y borde amoratado. Posee un aroma algo intenso, confitura de frutos rojos, toques tostados del hollejo. En boca es sabroso, taninos algo marcados, cier ta frescura especiada y de fruta. La pena es que estaba demasiado caliente, pero muy atentamente nos sirvieron una champanera con hielo y agua.

 

 

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