Hemos Comido…a la vuelta del mercado de los Valles Pasiegos en Liérganes , en Casa Navarro, Pámanes comida de amiguetes.

Octubre 2010, decidimos parar en Pámanes para hablar un rato con unos amigos y que si un vinito que si unas croquetas, total que nos dieron las tantas y como viven pegados a Casa Navarro decidimos terminar de comer aquí.

Pedimos dos raciones de picar pues veníamos ya servidos de comercio y de bebercio.

Unas almejas de Pedreña, solo se pueden describir como perfectas, tanto en tamaño, calidad así como su manera de prepararlas, tuvieron que añadir bastante pan pues se hicieron cantidad de barcos, una ración muy recomendable.

Continuamos con callos, la verdad es que la ración de callos es bastante cara 14€ pero merece la pena, callos a la antigua usanza, para mí fue el mejor de los platos que comimos, riquísimo, luego nos explicaron la manera de prepararlos y ya no se te hace tan cara, aunque la materia prima sea muy barata, el tiempo invertido en prepararlos es larguísimo.

Y por último un chuletón compartido entre los cuatro más de kilo y medio de chuleta, muy veteada de grasa sin excesos de la misma y con una piedra que te van cambiando según se va enfriando, la carne exquisita y el punto, pues el que tú quieras, el punto de maduración perfecto, una maravilla. Acompañada de unos pimientos rojos y verdes de los de verdad, recién hechos y muy buenos, y de unas patatas fritas también muy buenas.

De postre tomamos dos raciones especialidad de la casa, un brazo de gitano y leche frita, los dos muy bien. Como veníamos de tomar Albariño, continuamos con lo mismo a lo largo de la comida, eso sí comimos en las mesas de la entrada pues llegamos muy tarde y no había sitio. El servicio como siempre simpático y atento. El precio dentro de lo esperado. 

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Hemos Comido…en uno de los muchos clásicos cántabros, en Pámanes, comida de empresa.

Pedimos de primeros algo para picar y luego un plato principal. Nos sirvieron de bienvenida una rodaja de tomate, con aceite de oliva y una pizca de sal, por cierto el tomate buenísimo Cántabro.

De entrantes tomamos dos raciones de Jamón de bellota Joselito, este no es de mis preferidos pero la verdad es que estaba magnífico, cortado muy fino a cuchillo, entre veteado, de color rosáceo, y a una temperatura perfecta, para que se funda la grasa con la carne, de sabor suave, dulzón y ese resabor a almendra que deja al finalizar de paladearlo.
Seguimos con unos fritos, algo que yo no pediría nunca en un restaurante, compuestos por rabas, croquetas de jamón, morcilla y chorizo frito. Las rabas bien, eran de calamar y estaban bien fritas y suficientemente escurridas, las croquetas muy buenas, suave la besamel a la vez que fina en textura y con pequeños trocitos de jamón, la morcilla, normalita y por último el chorizo muy bueno.
Dos raciones de almejas de Pedreña a la marinera, bastante buenas, no muy grandes de tamaño, pero muy frescas, justamente hechas «sin pasarse», y acompañadas de una salsa que nos permitió desplegar la armada invencible sin cortarnos.
Comenzamos con los platos principales como no podía ser de otra manera me lance directamente a los callos, especialidad de la casa, servidos a la manera tradicional, en fuente de barro, la salsa consistente y sabrosa, muy buenos no los mejores pero si muy buenos, eche de menos unas patatas para acompañarlos, y la ración no era muy generosa, pero bien.
Otro de los comensales se decidió por costillas de lechal, acompañadas de unas buenas patatas, de las que yo eche de menos en los callos, y un buen tamaño de ración, por el deleite del acompañante debía de estar el lechal muy bueno.
Dos comensales pidieron solomillo un buen trozo de solomillo, sangrante en su interior acompañado de patatas y pimientos, por la callada de los comensales y los exiguos restos que quedaron en el plato debían de estar maravilloso. Después de acabarlo comentaron que estaba magnifico, tanto de punto como de calidad de la carne.
Y otros dos optaron por el chuletón a la brasa, una pieza de más o menos entre kilo 200g y kilo 500g, carne negra, madurita, fileteado, grasa en vetas, tierno, «le probé» acompañado de patatas y pimientos verdes, el sabor estupendo, la única «gaita» es que te sirven el chuletón y no se acompaña de una piedra o una pequeña parrillita, por lo que se termina quedando frio. Y ahora entramos en la metafísica del chuletón, para mí un chuletón es una pieza, primero para comer única y exclusivamente en una comida.  El tamaño no ha de ser inferior a dos kilos, pues debido a las partes que lo conforman se termina quedando en nada, y ha de mantenerse caliente por algún artilugio, véase piedra u brasa muy floja, o plato cerámico convenientemente calentado, sin que este dispositivo siga con la cocción.
Solo en dos ocasiones me he encontrado con estos chuletones. Hace poco me mostraron todo orgullosos un chuletón de buey y por no hacer un feo, alabe las cualidades del mismo, lo cual era cierto en cuanto a calidad pero no en lo relativo a la cantidad y más dado el precio del mismo.
Llegamos a los postres y tomamos tres raciones de brazo de gitano, una especialidad de la casa. Siendo este un bizcocho borracho con una crema pastelera muy ligera decentillo, no para tirar cohetes pero bueno a fin de cuentas.
Tomamos dos botellas de Mágnum no me acuerdo de que bodega pero sí que era un reserva de rioja, ya que la nota la tuve que entregar para que me la pagaran y al no pedirlo yo se me fue la cabeza a otra parte, además no suelo enfatizar mucho en los vinos, pues mi paladar en lo referente a los vinos no está muy depurado, soy un completo ignorante en estos temas, para mí solo hay dos tipos de vino o me gustan o no, este si me gusto.
Tomamos café, normalito de máquina.
El servicio estuvo dentro de lo correcto quizás un tanto lejano pero de acuerdo con las exigencias.
Ya que me tocaba pagar me enteré de lo que costaba la comida, buen sablazo a la visa, se me hizo carillo. 

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Barrio La Lastra 66 39718 Pámanes  942528232 

 www.restaurantecasanavarro.com

 

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