Y se nota, la impronta del grupo de Carlos Crespo está presente en la carta y el lugar ha adquirido un ambiente más agradable, con la distibución anterior parecía que estabas en un sitio enorme y desangelado, ahora resulta mucho más acogedor.
Buñuelo de bacalao. Bien frito, bien escurrido, bien sabroso, y con un ligero toque de ali olí estupendo y por supuesto sabe a bacalao.
Croquetas de jamón. Una fritura perfecta, crujientes, la bechamel casi líquida y un buen sabor a jamón, muy buenas y clásicas.
La herencia de sus hermanos mayores es visible, la famosa ensaladilla de El Riojano tiene aquí su exponente, como en la mayoría del grupo, y es que no es para menos, una ensaladilla que figura entre mis favoritas. El aceite que le acompaña es algo a tener muy en cuenta, las piparras, las huevas, la anchoa, la hacen diferente y muy especial. Media ración.
Cachón a la bruta. Sobre cama de patata cortada en chip, pero confitada. Cachón en su tinta, pero cachón de verdad, de los de buen tamaño, donde los dados son generosos y solo te cabe uno en la boca; por supuesto se deshace y te inunda de sabor. Una delicia y una ración donde el cachón es la parte principal. Eso sí, la ración es generosa y es un plato potente, un clásico de la bahía.
Me he quedado con ganas del canelón XXL de ropa vieja y del bogavante frito, pero me han recomendado que viniera acompañado, tanto para una ración como para la otra, y si quiero las dos que al menos seamos tres. Tampoco me importaría tomar unos filetes rusos y una típica milanesa, pero eso queda para otro día. Solo he podido fotografiar el canelón, del que os dejo su visión en una foto y podréis comprobar que efectivamente es para más de un comensal.
En resumen, un lugar recomendable para comer mirando a la bahía, más acogedor que antes y con un muy buen RCP.
Por El Mule
