Febrero 2019. El restaurante me llamó la atención por el expositor de carnes que tenía a la entrada, no me quisieron servir en el comedor, así que comí en la terraza, algo que no me gusta nada, pero no tenía ganas de discusión; después llegaron otros comensales a los que conocía el servicio y les dieron de comer en el interior, por lo que ya estaba servida la polémica.
Tras una breve discusión en la que me dieron a entender que no me habían comprendido bien (debo de hablar otro idioma) me ofrecieron pasar al interior, pero como ya había tomado el primer plato rehusé. Ciertamente que la carta contempla la inmensa mayoria de los tópicos del turista, por lo que se ve claramente la vocación de lugar.
Pedí unos mejillones. Resultaron ser franceses, lo pregunté ya que el tamaño lo indicaba y confirmaron mi teoría. Estaban hechos a la brasa, cubiertos con una salsa de aceite, algo de ajo y alguna especia, me gustaron.
De segundo chivo al ajillo, que pregunté si era como un cochifrito, bien frito con ajos, a lo que me contestaron que sí. Cuando me lo trajeron resultó un guiso de chivo bastante aceitoso acompañado de unas patatas congeladas, algo que puse en conocimiento del personal de sala y me contestaron que el chivo al ajillo es como un estofado, a lo que les respondí que por qué me dicen primero una cosa y luego otra, que si seguía hablando un idioma desconocido; total que sin ganas de discutir más me lo comí dejando al completo las patatas.
De postre un tiramisú bastante bueno.
El precio se me hizo excesivo para haber comido cuatro mejillones y dos trozos minúsculos de carne, el servicio resultó prepotente y antipático, no vuelvo.
Lo Güeno resulto ser más bien "lo cojonudo"