Diciembre de 2013. Como en otras visitas, nos da la sensación de olvidarnos de muchos bares que podrían ser mejores que los visitados; pero sólo disponíamos de dos días y un único estómago.
Como hacía un frío de narices, el tapeo fue acompañado de copitas de vino en cada sitio y, aunque no las nombre, debo decir que en general fue de bastante calidad. Ninguno fue malo.
Empezamos el recorrido con un par de vinitos en Bambú (calle Prior 4), muy cerca de la plaza Mayor. Al sitio se llega bajando unas escaleras y te encuentras, como nos pasó en todos los bares que estuvimos, con un bar repleto de gente. La gracias aquí es que con cada consumición, te dan un aperitivo gratis (cosa ya no tan común como antaño) en forma del pincho que quieras de todos los que tienen.
Después de dudar un poco nos decidimos por un pincho de pulpo y otro de setas, muy ricos. Nos quedamos con ganas de probar más; pero teníamos una dura tarea por delante y muchos sitios que probar.
Como el siguiente en la lista estaba en plena plaza Mayor, hacia allí dirigimos nuestros pasos. Se trata del Café Real (plaza Mayor 9). Debo decir que, aunque no es mi intención hacer un concurso de los sitios visitados, este lugar fue el preferido del recorrido. Tanto es así que fue el único que repetimos el día siguiente.
El lugar es amplio; pero es difícil siempre encontrar un hueco libre en la amplia barra o en las mesas altas que están distribuidas en el local. La barra es una muestra de tantas cosas y tan variadas que no sabes qué pedir.
Empezamos nuestra degustación con un clásico obligado: unos morunos. Fueron de los morunos más ricos que he probado con un punto perfecto de picante. No dejéis de pedirlos si venís aquí.
Como no podíamos irnos sin pedir algo más, esta vez pedimos un pincho de tortilla. Tienen de varios tipos; pero nos decidimos por uno de roquefort, riquísimo.
La siguiente visita se llama Casa Vallejo (calle de San Juan de la Cruz 3), todo un clásico de Salamanca, y tuvo su anécdota incluida. El centro de Salamanca y sobre todo la zona de tapeo está centralizada en la plaza Mayor y en las calles que la rodean. No es complicado moverse por allí; pero el caso que la calle de casa Vallejo no la encontrábamos ni preguntando. Curiosamente es una calle que no la conocían los que le preguntamos. Se nos ocurrió preguntar por “Casa Vallejo”, no por la calle y ya no hubo duda y nos guiaron sin problemas. El comentario fue algo así como “tanto tiempo yendo allí y no saber el nombre de la calle”.
Casa Vallejo es también restaurante y la parte de barra, donde tapeamos, es bastante pequeña. Si en general tuvimos que luchar a brazo partido por un esquina en las barras, aquí la lucha fue feroz.
Aunque la barra es pequeña, la tienen aprovechada de muchas viandas de todo tipo y es frecuente que saquen continuamente platos recién hechos, sobre todo de arroces.
Este lugar, junto con La Viga, son de los más clásicos de Salamanca para probar la jeta, un plato típico que consiste en careta de cerdo asada. Así pues, nos lanzamos a probar un par de pinchos de jeta, muy ricos pero consistentes.
Terminamos aquí con una tapa de arroz con chanfaina, otra de las especialidades de Salamanca, que consiste en un plato que hacen de muchas maneras. Nosotros lo probamos con callos, manitas de cordero y sangre.
Terminamos la gira de mediodía con una visita a otro clásico: La Viga (calle del Consuelo 16). De todos los que estuvimos éste es el más antiguo y con más pinta de bar de toda la vida.
Es de los más antiguos de la ciudad como podéis ver en la foto. Una cosa a agradecer a los dueños es que tienen medias raciones. Nuestro estómago se lo agradece.
Debo decir que a pesar que la jeta estaba muy rica en casa Vallejo, aquí tenía un aspecto sobresaliente y prácticamente todo el mundo la pedía. Pero no era cuestión de repetir, con lo que nos decidimos por dos medias raciones de patatas meneás y de callos.
La patatas meneás es otro de las especialidades de la zona, a base de patata, pimentón, torreznos, ajo y aceite. Yo ya lo había probado en Ávila y es un plato fuerte, para entrar en calor, cosa que nos venía mal.
Sin embargo, los callos sin estar mal, nos defraudaron un poco. El punto de picante no estaba nuestro gusto y la salsa no estaba bien ligada.
Con esta visita, terminamos la primera parte de nuestra gira.
La segunda parte, ya a la tarde/noche, teníamos claro que iba a ser sólo en un bar, no teníamos muchas ganas de paseos. Pare ello, elegimos un bar restaurante “obligado” de Salamanca: La Cocina de Toño (calle Gran Vía 20). Al contrario que Vallejo o La Viga, este bar es más moderno y de tapas más elaboradas, menos clásicas.
La barra no está aquí tan surtida como en otros sitios; porque la especialidad del sitio son pinchos calientes elaborados al momento. A pesar de ello, tienen bastantes cosas apetitosas.
Mientras preparaban dos pinchos que se nos antojaron, nos decidimos a entretenernos con una conchas de vieira, setas y marisco, todo gratinado, muy rica.
El siguiente pincho que comimos fue un bombón de foie relleno de higos, espectacular y muy bien presentado.
Para variar, después nos decidimos por carne y probamos un pincho de pluma ibérica con setas, perfectamente en su punto.
Como con esto terminábamos la gira del día, decidimos acabar con un postre: Goloso de chocolate al horno con helado de yogur. Consistía en un coulant de chocolate y un helado. Estaba muy bueno; pero aquí debo hacer una puntualización en cuanto al precio. Salamnaca no es barato. Unos sitios fueron más caros que otros; pero la relación calidad precio en general estuvo bien, salvo en Las Tapas de Gonzalo, que ya nombraré y en el postre de este sitio. Es inconcebible que el postre fuera casi el doble que los pinchos, muy elaborados, de foie y pluma ibérica.
Con esto acabamos la gira del día 6. El día 7 amaneció más frío si cabe y después del turismo correspondiente, empezamos la tercera parte de nuestra gira. Como este día teníamos reservado mesa en restaurante, fue una gira más light.
Para empezar entramos en uno de los que nos quedamos con ganas de entrar el día anterior: Montero (Plaza del Corrillo 12). Es un sitio pequeñito, con una carta relativamente estrecha; pero con todo con una pinta espectacular.
En líneas generales, si tuviera que darle un segundo premio a la gira, se lo daba a este lugar. Después de dudar mucho (estuvimos a punto de pedir unas hamburguesitas de kobe con muy buena pinta), nos inclinamos por un plato de morcilla con foie y una cazuelita de arroz con rabo de toro.
Nunca había probado así la morcilla, frita como si fuese una hamburguesa, crujiente sobre una salsita suave. Por su parte, el arroz estaba perfecto de punto y la carne que se deshacía en la boca.
Aquí fue cuando nos equivocamos por primera vez. El cuerpo nos pedía pedir algo más; pero como el día anterior nos fue tan bien variando de bares, decidimos terminar el tapeo el otro bar. La segunda equivocación fue el bar elegido: Las Tapas de Gonzalo (plaza Mayor 23). Era uno de los que nos habían aconsejado en la oficina de turismo y como Montero también había sido consejo de ellos, decidimos entrar en él.
Para empezar la barra no es pequeña, es minúscula. La cocina está en la planta de arriba y los pinchos tienen que bajarlos a la barra continuamente, teniendo que dejarles paso una y otra vez.
Nos decidimos por una brocheta de pollo marinada con fideos de arroz y un pincho de carrillera de cerdo guisada.
Los fideos, duros que se te clavan en el paladar, no hay Dios que se los coma. El pincho estaba bueno, pero no tenía nada que ver con los morunos del Real.
La carrillera, si no estuviera fría, probablemente hubiese estado aceptable; pero nuevamente comparamos con la pluma ibérica de Toño.
Niños y niñas, si vais a Salamanca y os recomiendan este sitio, los mandáis a paseo. Encima fue de los más caros de Salamanca, más que el Toño que ya es decir.
Como nos habíamos quedado con mal cuerpo después de la experiencia, decidimos terminar con un seguro: Café Real. Así pues, atravesamos la plaza y volvimos a entrar en este local que tanto nos gustó el día anterior.
Después de conseguir llegar a un rincón libre de la barra y de dudar un montón sobre qué pedir, nos decidimos por unos platitos de patatas con huevo y jamón y de ensaladilla.
Los huevos con patatas y jamón estaban muy ricos; pero lo que nos gustó muchísimo fue la ensaladilla, de la mejor que hemos probado.
Ya con mejor cuerpo, decidimos entrar a tomar unos cafés en un clásico de la plaza: Café Novelty. Es de los más antiguos de España: de 1905. Nos tomamos un par de cafés muy ricos acompañados de un trozo de tarta de tres chocolates que, desgraciadamente, no llegamos a hacer foto. Cuando nos dimos cuenta ya nos lo habíamos comido.
Este ha sido nuestro recorrido por los bares de Salamanca, nada que envidiar con Vitoria o San Sebastián en cuanto a tapeo se refiere.
Por Antonio del Campo