Hemos Comido…en este restaurante que todos lo conocemos por Rubaiyat, el verdadero nombre del restaurante es Baby Beef Rubaiyat cuyo nombre evoca a su producto estrella: la carne de ternera joven de corte argentino.

Se trata de un lugar que cuenta con un gran prestigio entre los argentinos aunque los precios sean bastante elevados. Sin embargo, sus inicios en la restauración provienen de Brasil ya que abrieron su primer restaurante en Sao Paulo. Bueno, mejor dicho, sus inicios son españoles ya que tienen raíces gallegas aunque emigraran a Brasil y poco después se instalaran en Argentina.
El local del restaurante que nos ocupa tiene unas dimensiones bastante respetables y cuenta con zona de fumadores perfectamente separada del resto del comedor. La decoración interior es original y moderna con una bonita entrada en la que se aprecia la gran cocina a la vista, como marcan las tendencias decorativas actuales. Las mesas están realizadas en madera original de Brasil, suelos tipo mármol y paredes de ladrillo visto. Las sillas no son demasiado cómodas y es un sitio luminoso y bastante ruidoso. La carta de platos es muy amplia pero tiene a la carne como principal protagonista. Cuenta con las típicas entradas argentinas, ensaladas, carpaccios, algo de pescado y una gran variedad de carnes, casi todas ternera, pero con muchos cortes diferentes. También cuentan con steak tartar, chuletas de cordero y pollo de corral. En primer lugar es digno de destacar su completa y variada oferta de panes, a cada cual mejor. Respecto a la cocina, no se trata de un lugar que merezca demasiados elogios. Trabajan con una materia prima de calidad extraordinaria y, poco a poco, han aprendido a dar el toque correcto a la carta ya que en sus comienzos dejaban mucho que desear. En nuestra reciente visita pedimos de primero un poco de chorizo casero muy rico al igual que la empanada salteña de solomillo con ensalada verde. De segundo, nos decidimos por el bife de chorizo que llegó perfecto de punto, jugoso y con una sabor espectacular. Todo ello acompañado de patatas fritas (como en casi todos lo argentinos hay que pedirlas aparte y con su correspondiente sobrecoste) y un rico chimichurri. Tanto la calidad del plato como la cantidad justifican su precio (27€). También probamos el buen steak tartar que no destaca por su preparación pero sí por la buena calidad del solomillo de ternera. En lo referente a postres, tomamos la mousse de chocolate blanco, negro y gelatina de frambuesa que estaba muy rico. También hay una carta muy amplia con diferentes tartas, sorbetes y postres caseros. No podía faltar su postre más famoso, la panqueca de dulce de leche de la cabaña Las Lilas. Todos cuestan sobre los 9€. 

 
 
 
 
 

Juán Ramón Jiménez, 37 – 28036 – Madrid

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