Octubre 2015. Muy cercano a la casa de mis padres y yo sin enterarme, un lugar frecuentado por amantes de arroz en sus diferentes variantes: bogabante, marisco, a banda, almejas, negro, mixto, etc.
El bar consta de un piso bajo donde se situan unas mesas para picar y la barra, un primer piso con un bien dotado comedor y una terraza de buen tamaño, donde se ubicó una despedida de soltera a la espera de una larga comida para disfrutar de un soleado día.
Como estaba encargado, y por lo que había oído las raciones eran descomunales, solo comimos una paella de marisco para tres comensales, aún a sabiendas que éramos cuatro.
La paella se presenta en un cacharro similar a un perol cordobés, y de entrada acojona, sobre todo por el tamaño y la dotación de marisco. Cigalas, nécoras, almejas y langostinos, dan lugar a una excelente paella con un buen sabor a marisco, un buen punto de arroz y una generosa cantidad. Aún pidiendo tres raciones para cuatro sobró, nos lo llevamos para la cena pues la paella merecía el acarreo.
Solo un comensal tomo postre, mi padre, se ve que tenía hambre, una tarta de queso y frutos del bosque.
Una comida de familia y apta para celiacos, algo que hay que avisar antes de encargar para que lo tengan en cuenta. En este caso compraron unas cervezas para celiacos, de las que no suelen tener. Toda la comida la nos sirvieron sin gluten (excepto la tarta) la mejor manera de afrontar la comida sin posibles contaminaciones. Un arroz memorable.
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