Este año pasado tuve la oportunidad de asistir a la vendimia del la finca Prao Hoyo donde se cultiva la uva que da vida al vino Malacoria y de paso tomar contacto con su impulsor Pablo Oria.
En 2009 arrancó el proyecto de Pablo Oria con la plantación de las primeras vides en la zona de Mazcuerras.
La plantación suma dos fincas, ‘Prao Hoyo’ y ‘La Gándara’, que suman cinco hectáreas y en las que se han plantado las variedades Riesling, Chardonnay y Albariño
En un futuro tiene idea para construir una pequeña bodega que le permita completar todo el proceso de vinificacion en la misma finca y tener un lugar donde recibir visitas y enseñar el viñedo.
Malacoria fue el topónimo de Mazcuerras hasta el siglo IX, según afirmara en su obra Nuevo viaje de España, Víctor de la Serna, hijo de Concha Espina.
En esta época invernal Pablo afronta en solitario un sistema de poda conocido como Guyot Doble con el que consigue aumentar las yemas de producción, garantizar un sano crecimiento de la planta con sarmientos diferenciados para producción y renovación, así como favorecer la exposición uniforme de las vides al sol según su posición y facilitar la recogida de los racimos.
Hizo de su proyecto de fin de carrera su realidad laboral, estudio agrónomos. La idea con los años ha ido tomando forma, los últimos 7 han sido un trabajo de preparación. Malacoria dio su primera producción en 2015 con unas mil botellas.
Malacoria tiene un color amarillo pajizo de tonos verdosos, glicérico. Aromas de fruta blanca, manzana, pomelo, aires cítricos, heno y hierbabuena.
En la boca con buena acidez, con una sensación fresca que nos devuelve aromas cítricos y florales.
Para 2016, Pablo espera sacar unas 5 mil. “Cuando tenga quince mil ya tendré que plantearme la distribución indirecta pero de momento no lo necesito, ahora con suministrar a bares, restaurantes y establecimientos especializados cubro toda la produccion».
Entre el siglo XIII y XIX, en Cantabria se llegó a producir cuarenta mil litros de vino, especialmente entre Cortiguera y la zona del Barrio de la Cuba de Suances, producción orientada especialmente al consumo de la Abadía de Santillana. Pero una plaga de filoxera, arrasó con todos los viñedos de la época.
En la mayoría de los casos, se recuperó la producción mediante injertos en patrones resistentes a la plaga, pero en Cantabria supuso el fin del sector. “En el País Vasco, cogieron cepas cántabras sanas que quedaban y las injertaron sobre patrones resistentes y ahí tienes el Chacolí. Nosotros en Cantabria pusimos vacas y se acabó el vino cántabro”.
Malacoria es otra apuesta por recuperar ese vino perdido hace mas de cien años. Si se puede definir este vino de nombre ‘Malacoria’ de alguna manera seria como trabajo e ilusión.