Carpintería es el lugar donde el carpintero ejerce su oficio. Carpintero procede de la voz antigua carpentero, que viene a su vez del latín carpentarius, maestro de carros o carrozas, que tiene a su vez origen en carpentum que significa carro o carroza.

Tradicionalmente los carpinteros se agrupaban en tres grandes conjuntos de artesanos: carpinteros de lo prieto, que realizaban las construcciones a base de piezas de gran escuadría, sin refinar, para obras bastas o temporales y que más adelante perdieron esta denominación convirtiéndose en carpinteros de armar; carpinteros de lo blanco que trabajaban con piezas de madera de pequeña escuadría bien acabadas y carpinteros de ribera, que se ocupaban de la construcción de barcos de madera.

La carpintería de ribera es el lugar donde se trazan, cortan y labran las diferentes piezas que conforman la estructura de los barcos de madera. El emplazamiento donde se construye el barco y se bota es el astillero, situado en la ribera del mar o de algún río.

Astillero deriva de astilla con el sentido primitivo de montón o almacén de maderas. Hasta épocas recientes el astillero era un lugar situado en una playa desprovisto de edificaciones, excepto un simple galpón donde se almacenaban las herramientas, arrendado a su propietario particular o público durante el tiempo en que el carpintero de ribera construía los barcos contratados. Finalizada la actividad el lugar recobraba su aspecto habitual y el carpintero volvía a su casa a la espera de que otro armador requiriese sus servicios, o a otro astillero donde contrataran su trabajo.

La construcción de barcos de madera para la pesca y el transporte marítimo fue en el pasado, una actividad muy importante en las zonas costeras de Cantabria, siendo los carpinteros de ribera los artesanos que realizaban los trabajos materiales necesarios.

La situación geográfica junto con el reducido tamaño de Cantabria y la abundancia de materias primas (básicamente madera y herrajes fabricados en las ferrerías), así como el saber hacer de armadores y artesanos, han hecho que las ocupaciones relacionadas con el mar de cántabros haya tenido una gran importancia socio-económica contribuyendo decisivamente al desarrollo de España.

Los cántabros fueron desde el siglo XII hasta fines del XVIII, primero marinos de cabotaje comerciantes y pescadores, para pasar a la navegación de altura, pero siempre destacaron como importantes constructores de barcos de madera.

Ya en el Siglo XIII Fernando III el Santo encarga a Ramon Bonifaz, originario de Camargo la organización y dirección de una flota que contribuyó de manera decisiva a la reconquista de Sevilla, y que se construyo en su mayor parte en los astilleros de Cantabria.

El comercio marítimo realizado en naves de construcción propia, permitió la exportación de los principales productos del país, el hierro y los bienes derivados del mismo, lo que fue decisivo para la creación y mantenimiento de una importante industria en el interior, así como para el abastecimiento, mediante la importación, del trigo y otros alimentos de los que éramos muy deficitarios. 

Asimismo, el transporte y exportación de la lana de Castilla a los mercados europeos fue una actividad que aportó riqueza sobre todo a las poblaciones de nuestra costa, la más importante Laredo.

Las labores pesqueras, tanto costera como de altura, principalmente la pesca de la ballena, se unía a las anteriores, dando lugar a una notable actividad que tuvo su período culminante en el siglo XVI, y como base de operaciones Castro Urdiales.

Todo este dinamismo estaba apoyado en buena medida en una importante flota construida con una técnica avanzada desarrollada por hombres de mar, que en el siglo XII, fue de inspiración nórdica, transmitida por los normandos, para ir pasando en el XIII a un diseño propio innovador y de tipo atlántico.

Los procesos de construcción naval siguieron evolucionando de forma que en el siglo XIV se desarrolla en nuestras costas el timón de codaste, sujeto a la popa del barco en su centro, que sustituyó a la espadilla o gran remo lateral que se utilizaba hasta entonces para dirigir el rumbo de la nave, lo que supuso una importante aportación técnica a la industria europea. Por aquella época se construían barcos de 600 y 700 toneladas, llegándose a las 1.200 en el siglo XVI.

La Nao Santa Maria capitana de la expedicion de Cristobal Colon fue construida en los Astilleros Reales de Falgote, en la localidad de Colindres, en Cantabria, por los carpinteros de ribera.

Utilizando criterios muy sencillos, (la eslora o longitud total tres veces la anchura, y la quilla el doble de esta), así como elementos constructivos como plantillas y galibos, construyen buques panzudos, anchos y cortos, muy fuertes y marineros, apropiados para la carga, el comercio y las grandes navegaciones.

Hasta el siglo XIX fueron con frecuencia los propios marinos y armadores los diseñadores y directores de la obra, siendo los carpinteros de ribera los ejecutores materiales, para a partir de aquella época comenzar estos últimos a diseñar y desarrollar la construcción en base a unos datos básicos establecidos inicialmente por el cliente.

El maestro, generalmente el propietario, era el experto en la construcción, dominando las formas y dimensiones de los barcos. 

Ya en el siglo XVI los carpinteros de ribera se iniciaban en el oficio como aprendices al lado de un oficial experto. Comenzaban su aprendizaje con 14 años y a veces con 12, y con frecuencia se establecía un contrato entre ambas partes.

Influyo mucho la ubicacion de los astilleros en Cantabria la materia prima y la situacion de la Real Fábrica de Artillería de La Cavada, unas importantes instalaciones fabriles de altos hornos que estuvieron situadas en las poblaciones próximas de Liérganes y La Cavada, en los municipios de Liérganes y Riotuerto, en Cantabria (España). Fue la primera siderurgia e industria armamentística del país y produjo durante más de dos siglos, entre 1622 y 1835, elementos de artillería y munición de hierro destinados a la defensa del Imperio español y a garantizar su dominio de los mares.

Entre los muchos ejemplos de navios construidos en Cantabria cabe destacar el San Juan Nepomuceno que construido en Guarnizo (Cantabria) en 1766 junto a otros cinco barcos de similares características, proyectados por Francisco Gautier. En 1805, el San Juan Nepomuceno tomó parte junto con el resto de la flota hispano-francesa en la Batalla de Trafalgar, en la cual fue capturado tras rendirse y llevado a la base de Gibraltar por la flota inglesa. Fue uno de los últimos barcos en rendirse, se batió al principio contra dos navíos ingleses y más tarde contra cuatro, cuando otros navíos españoles y franceses ya habían abandonado la lucha. Su capitán, Cosme de Churruca, herido de muerte, prohibió a sus oficiales rendirse y ordenó continuar la lucha. Su segundo comandante, Francisco de Moyna, también acabó muerto. Finalmente, al alcanzar los 100 muertos y 150 heridos a bordo, el oficial al mando ordenó rendirse. En ese momento, es posible que el San Juan tuviera hasta seis navíos ingleses cañoneándole.

Un carpintero experimentado sabía elaborar y montar todas las piezas del barco, estando capacitado para determinar las formas y medidas más convenientes para la buena navegabilidad, seguridad y rendimiento del barco que construía, y en ocasiones, modificaba las características que se habían establecido al inicio de la construcción, al considerarlas más adecuadas.

La caja de herramientas que contenía los útiles de trabajo era de su propiedad, y estaban autorizados para llevar a sus casas los trozos de madera y astillas que necesitaran para el fuego.

Generalmente su retribución era menor que los marineros de bajura. Sin embargo, su salario era fijo y no estaba sujeto a la incertidumbre y variabilidad del resultado de la pesca.

Los carpinteros de ribera de nuestra costa fueron perdiendo su trabajo a partir de 1970 al dejar de construirse barcos de bajura, sobre todo de madera con toda la crisis que supuso este cambio para la actividad.

Desde aquellas fechas los pesqueros más importantes y todos los arrastreros se construyen con casco metálico y las pequeñas embarcaciones de madera, motoras y botes están siendo sustituidas por otras de casco de poliéster.

 

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