Cocinero de temporada, su carta gira y gira con las estaciones, en esta ocasión daba los últimos coletazos la costera del bonito y este fue uno de los centros del menú. Esta vez incorporábamos un comensal nuevo, que venía advertido de lo alto del nivel y aún así quedó maravillado con las elaboraciones.
Antes de entrar al comedor estuvimos disfrutando de un rato en el jardín delante de una botella de cava de Francesc Ricart Brut Reserva.
En el comedor seguimos con At Roca reserva 2021.
Comenzamos con unos entrantes que no nos dejaron indiferentes: taco de tartar, puré con papada, gelé de gazpacho y torto con anchoa. Ya se percibía que iba a ser una comida muy especial.
Ensalada de bonito en lascas. Un escabechado de bonito con una jugosidad increíble, acompañado de unos vegetales que le dan un cuartelillo increíble al pez, pimiento de Isla, cebolla encurtida, piparra, etc.
Escabeche de bonito. Otro de los escabeches de nuestro anfitrión, esta vez sobre un taco de bonito, perfectamente marcado, jugosísimo. Quien marcaba la ración era el tomate y la cebolla, acompañados del pimiento. Una deliciosa elaboración de la que todo lo que me pusieran se me hacía poco.
Verdinas con rape y langostinos. Se nota que el chef maneja los fumets como nadie y que aprovecha las características de los productos. La verdina para mí es la alubia más insípida que existe, pero que goza de una característica que la hace tan preciada: toma todos los sabores de los alrededores, y aquí lo tomaba de un fumet increíble. Todos nos quedamos pasmados ante el sabor a rape y langostinos de esta elaboración.
Tres diez de tres por ahora…y seguimos disfrutando.
Uno de los comensales optó por los callos con morro y pata, que ya conocía y alababa.
El otro comensal y yo tomamos el arroz lebaniego. Un antiguo conocido del que cada vez que puedo repito y que no hizo otra cosa que confirmarme porqué lo hago.
Tomamos una copa de un sorprendente La Noche de Raúl Moreno, un Chardonnay energético, una rareza con crianza en tinaja la misma tinaja de fermentación con todas sus lías por cinco meses. Seguido de 8 semanas de crianza en bocoyes de Amontillado y un mes de crianza en acero inoxidable, un vino blanco temperamental y de carácter. Por cierto, conlleva una maduración bajo levadura flor en barricas usadas de Manzanilla y Amontillado.
Postres varios y petit fours con el café.
Terminamos con un PX helado.
Se puede más, pero no mejor.