Cocina de temporada y de técnica perfecta, cada visita contine una nueva sorpresa y su oferta rota diariamente.
Comenzamos con un aperitivo clásico del lugar, caldo de pescado y mantequilla de algas.
En esta ocasión tomamos Pares Balta Blanca Cusine, un cava que conocí en Granollers y que me recomendó la cajera de una vinoteca; no había vuelto a probar y la verdad es que me gusta. Espumoso elaborado con xarel·lo, chardonnay y pinot noir cultivados de forma ecológica y biodinámica en el Penedés.
Comenzamos con un tartar de bonito. Picantillo meloso y sabroso a más no poder, realmente delicioso.
Tudanca. Carne grasa de un sabor potente con alto nivel de untuosidad. Un bocado muy especial que ya conocía de la visita anterior y que pasa por ser un insustituible del lugar, por lo menos para mí.
Seguimos con zanahoria fea, que por cierto a mí no me lo parece y la verdad que nos sorprendió gratamente a todos los comensales.
Puerro con salsa de algas. Otra elaboración que denota el buen tratamiento de los vegetales por parte de nuestro anfitrión.
Bonito con demi-glace de manitas y pimiento de Isla. Un atrevido mar y tierra que marida a la perfección.
Canelón de carne mechada. Quizás el plato que más me llamó la atención, ya que no suelo ser muy amigo de este tipo de elaboraciones, pero esta enamora de verdad.
Para terminar panacota.
En resumen, una cocina de autor honesta, local y con un precio imbatible.
Por El Mule