Hoy me acerqué a comer con unos amigos que llevaba tiempo sin ver, un antiguo compañero de trabajo y su hijo, más Alberto.
Antes de que llegara todo el personal ya había pedido para todos, comercio y bebercio, son de casa y lo prefieren así, que se lo den todo hecho.
Para beber cava y para comer: bacalao al pìl pil, callos de bacalao, costilla asada a baja temperatura y para terminar arroz de matanza. Nadie protestó, al contrario, hasta había uno que nunca había comido bacalao, alucinante, pero al menos ya sabe que le gusta.
Eso sí, el postre lo pidieron ellos, tarta de queso horneada y fría.
Al olor de las sardinas.