Tapa de mejillones con una salsa con fondo de coco. Diferentes a cualquiera que encuentres por los alrededores, mejillón tipo francés, buenísimo.
Chicharro. Una ración dura para paladares delicados. A mí me ha encantado, la verdad. Sabe a chicharro y como todos sabemos es un sabor fuerte. Todo un acierto de elaboración.
Veníamos pensando en la coliflor y con el pensamiento llego la ración, ramas de coliflor caramelizadas, una delicia tal cual la recordábamos.
Tartar de cigalas sobre calabaza asada. Una conjunción de texturas compatibles que asocia sabores que se coordinan perfectamente, una ración con mucha enjundia.
Setas. Níscalos, boletus, rebozuelos, en su justa cocción, todos marcando su sabor y con un velo de papada ayudándoles a dar el callo. Brutal cocina de otoño.
Y llegó la alcachofa con foie y naranja. El punto ácido de la naranja equilibra el dulzor de foie y deja una impronta única. Si no lo pruebas no sabrás de que estamos hablando, una verdadera delicia.
Steak tartar. Carnaza, no me hubiera importado que el corte fuera un poco más grande. Con mostaza encurtida y poco más, con su justa medida de picante. Un steak muy especial
Para terminar, callos, morro y pata con patatas y huevo frito. El paraíso de los tragones, mi fin de comida perfecto.
Y si por si esto fuera poco se ve chocolate al final del túnel, Ummalate. A ver cuando puedo repetir algo similar y mientras escribo estas líneas la luz entra por la ventana, una delicada luz de otoño, un regalo.