Paseo hasta Cudón, para comer en La Antigua con nuestro amigo Gabriel. Un día en el que no paró de llover, pero en la socarreña del restaurante se estaba muy a gusto.
La oferta de vinos es siempre distinta, encuentras vinos poco habituales y muy bien escogidos.
Probamos dos tintos, uno escogido por Alfonso y el otro por nuestro anfitrión. Alfonso optó por Sommos, Merlot de 2017, un Somontano, oscense de pura cepa. Un vino donde imperan los frutos rojos y negros maduros con notas balsámicas y herbales, estructurado, equilibrado, persistente y de gran vivacidad, una auténtica golosina en la boca.
Gabriel eligió un Uberzo de 2018, un vino tinto ecológico de Cariñena, multivarietal de Garnacha y Syrah. Elaborada mediante maceración carbónica por el método convencional. Aromas de violetas, pétalos de rosa, flores silvestres, frutas rojas y negras, así como mora, cereza y ciruela, mucha fruta.
Cualquiera de los dos llama la atención y merece la pena.
Comimos cuatro raciones, pero antes de empezar nos obsequiaron con un aperitivo, unas alubias con manitas, gelatinosas y sabrosas, algo perfecto para un día como este, todo un acierto.
Comenzamos con unos buñuelos de bacalao. Muy bien fritos y mejor escurridos, cayeron rápidamente, ya que la hora se acercaba a las cuatro de la tarde, la fritura crujiente y el interior bastante líquido.
Seguidamente unos giozas de carrillera. Fritas, jugosas y con el potente sabor de la carrilera marcando impronta. Mi opinión es que si las giozas estuvieran cocidas serían más blandas, lo que les daría un toque aún más jugoso.
Costilla a baja temperatura con puré de calabaza. Un taco limpio de costilla con su gustoso sabor fruto de la cocción a baja temperatura, donde la grasa desaparece para conseguir que la carne gane en delicadeza y jugosidad.
Para terminar unas albóndigas de rabo con un parmentier trufado. El resultado es espectacular, hay que tomarlas sí o sí.
De postre tarta de queso.