Hemos Comido…en el Cormorán, ya me acerqué en otra ocasión, pero esta vez nos juntamos a comer Floren Bueyes, Alfonso Fraile y yo.

Todavía quedaba cierto poso veraniego y había genta paseando por la playa, un día con buena temperatura y sol, que alegraba las vistas de la entrada a la bahía. 

Restaurante Cormoran Santander

Teníamos idea de tomar la carta, pero al final nos decidimos por el menú ejecutivo; tiene un precio de 20€ e incluye un entrante frío, otro caliente, un plato principal y un postre. Una oferta que de primeras promete, también incluye una copa de vino por comensal.

Restaurante Cormoran Santander

Restaurante Cormoran Santander

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Nos sirvierom una tapa o aperitivo bienvenida, como más os guste. Crujiente de sobrasada, que verdaderamente estaba buena.

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Pedimos una botella de Albaroque, un vino Ribeiro con una crianza en madera de 6 meses, en el que predominan las frutas amarillas, muy fresco. 

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Tomamos tatar de atún y sashimi togarash, nos complació a los tres.

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Las famosas patatas bravas by Sergi Arola. Están buenas, pero el hecho de llamarles «bravas» no me convence lo más mínimo y si van acompañadas de un anglicismo como el «by» aún menos. A otro de los comensales le parece una genialidad, pero bueno, de qué íbamos a discutir si no en una reunión de amigotes.

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Por último, la coca de tomillo y asadillo de verduras. Me dejó completamente indiferente. 

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De segundo tomamos todos fabada. Nunca comí peor fabada. El caldo que la acompañaba era grasa al completo, una grasa que ni escurriendo te deshacías de ella ya que había calado a fondo en las fabes. Lo pusimos en conocimiento del servicio y nos explicó que es de la manera que le gusta al cocinero hacerlo, así que sin ganas de discutir las dejamos y pasamos al postre. 

Restaurante Cormoran Santander

Tomamos un rico milhojas y una selección de quesos.

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Para terminar con un Pedro Ximenez.

El servicio resultó de lo más cordial y profesional, estando atento a los comensales y se le notaba un amplio bagaje en sala.

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En fin, lo mejor del lugar las vistas y el servicio, a la cocina la queda un largo aprendizaje.

Por El Mule

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