Hemos Comido…en La Mulata, este es el segundo año que me acerco a estas jornadas, esta vez éramos seis comensales con muchas ganas de centollo.
Abril 2018. La Mulata presenta a lo largo del año diferentes jornadas centradas en el marisco, todas con un menú sobre el marisco protagonista de la jornada y al finalizar repites tantas veces como quieras de alguna o varias de las elaboraciones. En esta ocasión eran sobre centollo, un marisco habitual de nuestras aguas y que figura entre mis preferidos. Por cierto, a excepción de las crepes, toda la comida era apta para celiacos.
Para comenzar, un gazpacho de centollo. El clásico gazpacho con el añadido de la carne del centollo, me resultó agradable, a mí todas estas sopas frías de verduras me gustan, en verano no pararía de tomarlas.
Continuamos con un pastel de centollo. Teniendo en cuenta que estos pasteles o pudings no son santo de mi devoción, este fue toda una sorpresa, me pareció muy sabroso y con una buena cantidad de carne del marisco. Gran sabor y textura muy agradable.
Pasamos a la parte más interesante para mi gusto de la comida, el centollo cocido y la cabeza al natural. Las cuatro veces que pedimos centollo cocido, un total de ocho, resultaron perfectamente cocidos, la cabeza bien llena y las cuevas también, una gozada de piezas.
La sal justa y, repito, al natural. Disfrazar el centollo con huevo o vino cada día me llama menos la atención; y para qué hablar de las elaboraciones donde llenan la cabeza con la carne y le añaden salsa de tomate, huevo y un largo etcétera de añadidos que lo único que consiguen es enmascarar el buen sabor de un marisco único.
Continuamos con lo que os decía en la frase anterior, un changurro, que no me dice nada del marisco, este tipo de elaboraciones creo que son la manera de hacer que lo coma alguien al quien no le gusta el centollo.
Dentro del menú, la siguiente elaboración, los crepes. Me gustaron, tenían bien impreso el sabor a centollo, pero me sigo quedando con el cocido.
Aquí pasamos a unas verdinas con centollo. Estaban de vicio, después del centollo cocido estas resultaron mi elaboración del día. Mis acompañantes se quejaban del espesor del guiso, pero a mí me gustaron así tal cual, bien marcado el sabor del marisco y con cierto retorno en boca a verdura; la verdina no aportaba prácticamente nada pues lo que hace esta alubia es recoger sabor del entorno.
Y aquí empezó la última parte, donde repetimos tres veces del centollo cocido, seis centollos más a cual mejor, de buen tamaño y literalmente perfectos.
Cuando ya no había más ganas pasamos a los postres, aunque alguno le hubiera gustado seguir con el centollo, pero los demás estábamos servidos. Pedimos tres postres que compartimos.
