Hemos Comido y bebido durante un largo espacio de tiempo, desde algo antes del mediodía hasta la noche, una comida-merienda.cena, la clásica de todos los años por estas fechas.
Es una de las pocas ocasiones en las que nos reunimos todos los amigos, una serie de diferentes especímenes que nos conocemos desde niños y que mantenemos una amistad que ha sobrevivido a casi, o más, de cuarenta años en algunos casos. Hay una frase que define la amistad y que me encanta: «Los amigos son la famiila que tu eliges». En Navidad hay tres celebraciones muy importantes: la familiar, la de los amigos y la del trabajio: esta última para mí también muy importante, pues es otra familia con la que convives durante un míninmo de ocho horas al día, excepto domingos y festivios, durante todo el año.
Pero hoy nos ocupa esa solemne comida entre amigos. Empecé a primera hora de la mañana llenando el coche de lo necesario: batea, cuchillos, delantal, trapos y un largo etcétera; la batea es lo más importante, siempre la llenamos de hielo y es donde enfriamos la bebida.
Siguiente parada, recoger el encargo en Abel. Encantadores como siempre, a primera hora de la mañana ya lo tenían todo preparado, callos y asadurilla. Después descubriríamos que las dos raciones estaban como para ponerles un piso en Marbella, buenísimas y generosas.
Luego a pillar lo dulce, este años desmelene, tartas de Gómez, la clásica de hojaldre, un vicio de dulce para postre que se acabó en la primera vuelta, no llegó ni a la merienda. Por cierto, era más de una tarta, que nadie se piense que no llegó por roñosos.
Más tarde, a recoger el jamón de cerdo duroc confitado a baja temperatura por Nacho Basurto en Asubio. Nos lo suministró Camarsa y Nacho lo confitó con grasa de ibérico, pimienta y alguna que otra «magia» suya; el resultado fue de Cerrtamen Nacional de Gastronomía, jugoso y de gran sabor.
Con la comida no podía faltar un buen pan de Torre, de los mejores que conozco de nuestro amigo Pedro, pan de verdad.
En cualquier fiesta que se precie no puede faltar el queso del Fuente Dé, así que visita a Paulino, y aquí ya habíamos acabado. Por cierto, ya teníamos comprado el cava en Freixenet, las cervezas y el hielo, más todo lo referente a mantelería, servilletas y demás en el Lupa más cercano, a unos metros del local que solemos alquilar, el Choco de San Simón. Acto seguido a descargar, algo complicado por la cantidad de cosas y lo fácil que se lo ponen a los vecinos del centro el ayuntamiento para estos menesteres, así que la única que queda es jugártela dejando el coche en medio de la acera.
Asadurilla de Chelo, solo calentar.
Callos de Chelo, solo calentar.
Diferentes quesos de Cantabria, aunque aparezcan tres eran cuatro, este año uno llego tarde, queso de nata Los Tiemblos, queso picon del Fuente Dé, Lebánes de oveja cruda y Divirín de La Jarradilla.
La pata de cerdo, yo la caliento y doro en el horno, desgrasándola aún más y quedando la piel crujiente como las cortezas, deliciosa, en vez de cortarla a cuchillo la deshacemos en tiras, bañadas en el jugo de la carne después de desgrasar.
Y de plato principal, este año le tocó a Chiqui, su arroz alicantino, una delicia donde las haya, arroz con conejo y salchichas. Mejor imposible, un arroz al dente, seco y como poca gente sabe hacerlo en Cantabria, un auténtico arroz alicantino.
Al final comimos, bebimos y nos lo pasamos como nunca. Terminamos tomando el vino final en el Solórzano, ya con ganas de hacer otra reunión como esta lo antes posible. Faltaron algunos que no pudieron asistir por encontrarse en el extranjero, pero tengo pensado liar otra para mi cumpleaños, o sea que ir reservando día.
Por El Mule
