Hemos Comido…En El Encuentro, como marqueses, celebrando mi cumpleaños en familia, los tres de casa.
Febrero 2015. Si ya es dificl encontrar un día donde podamos coincidir todos, todavía es más dificil encontar un sitio donde se comprometan a hacer una menú para celiacos, pues en casa hay dos y no es algo que se pueda tomar a la ligera. Todos coincidimos en gusto respecto al marisco, así que encargamos aquí, fijamos fecha y el día elegido nos acercamos dispuestos a tomar una cena de diez.
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El Encuentro es una pulpería especializada en marisco de encargo y por supuesto pulpo, también elaboran unas raciones de lo más atrayentes y tiene una barra de lo más amena, pero en esta ocasión encargamos y ya veníamos a «mesa puesta». Comenzamos con la especialidad de la casa, pulpo. Una ración generosa con grandes trozos de cefalópodo, bien de pimentón (en este caso libre de gluten), sal gorda y unas patatas cocidas a la perfección de igual manera que el pulpo. Un vicio de ración y a las dos celiacas, que hacía un montón que no lo probaban, todavía les supo mejor que a mí.
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Había encargado un centollo, de alrededor de un kilo y medio, y me consiguieron uno del país de ese tamaño, una hembra completamente llena, perfectamente cocida y pletórica de sabor a mar. Hacía mucho tiempo que no probaba el centollo, pero tenía por casa a alguien con antojo y la verdad es que me sonó tan bién que no pude resirtirme y lo encargamos. En buena hora, pues me pareció descubrir de nuevo este marisco, un marisco que había tomado en grandes cantidades de crío pues un tío mío los pescaba y después heredé de él esa afición así que también los pesqué yo. Después he estado años sin probarlos y no es que no me gustaran. Así que en esta cena redescubrí este marisco.
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Otra de las raciones que conformaron la cena fueron unas navajas. De tamaño perfecto, pequeñitas, grandes de sabor, me habrían gustado un poco menos hechas pero de igual manera estaban increibles, con ese sabor a alga, a mar que las caracteriza y muy importante: sin gota de arena. Otro vicio de los confesables.
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Y por último unas zamburiñas a la plancha, sin añadidos, ab¡ertas sobre la plancha, un poco de sal gorda y un chorrito de aceite, al gusto.
La reina de la cena fue la centolla, pero ninguno de los otros tres componentes le quedaron a la zaga.
El ambiente de esta pulpería es familiar, estaban celebrando el cumpleaños de uno de los dueños, un lugar entrañable al más puro estilo Berlanga, donde te hacen partícipe de su alegría a la mínima y donde pasar un buen rato con un buen servicio y un buen precio. Recomendable, si encargas mejor y si eres celiaco y quieres comer algún marisco debes de encargarlo. Por cierto, nos trajeron cerveza para celiacos aunque habitualmente no la tienen.
Por El Mule