Desde la barra dirigía Diego el funcionamiento de la cocina, hoy se cambiaban las tornas y les dejaba vía libre a sus pupilos. Edu tenía el día libre y parte de la labor de sala la estaba tomando Diego, sin quitar ojo a la cocina, que por mucho que diga que delega, lo hace hasta que su carácter se lo permite.

Hoy prescindimos de la habitual distribución de la comanda al entender de Edu, que es conocedor de nuestros gustos y siempre nos encauza hacia lo más novedoso y lo que más nos apetece. Diego no se ha quedado a la zaga, nos compuso un menú donde hubo incluso repeticiones de última hora.

Si hay una ración que es definitoria del lugar es el gunkan de tartar, algo que siempre han de servírmelo o me falta algo, pero hoy me lo han sustituido por el panipuri de tartar, que está claro que es digno heredero del gunkan e incluso lo supera. El guncan fue a parar a manos de mi acompañante que es celiaca y no puede tomar el panipuri.

Una preparación cítrica de atún del Cantábrico. Estaba para enmarcarlo y respetando la calidad del producto al cien por cien.

Alcachofas con barbadas y pilpil. Si puedes comerte de un bocado el corte de alcachofa con la cococha y su parte de pil pil vas a rozar el paraíso con los dedos. Tres texturas completamente distintas, pero complementarias, y tres sabores que consiguen una explosión deliciosa en boca.

Espárragos. Esta es la visión de Diego de un espárrago y no puedo estar más de acuerdo con su criterio.

Machote con caldo de jamón y guisantes.

Papada confitada en salsa de soja. Segundo roce del paraíso en esta comida. ¡Como le va la soja a la papada!

Para terminar hamburguesita de carrilleras y Katsu Sando adaptado a celiacos, con un toque de mostaza y chucrut. Una ración ya conocida, pero para elevar a los altares.

De postre repetimos de lo anterior.

@La Hermosa de Alba

Por El Mule

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